De entre los centenares de análisis que se han escrito sobre el turbio origen de la fortuna de Jordi Pujol, su mujer y su extensa parentela, quizás el mejor sea el siguiente:  
"¿Cuál es el secreto mejor guardado de un tramposo?: que nadie crea nunca que hace trampas La doblez pujoliana es uno de los hallazgos de la historia contemporánea de este país. Ha conseguido hacer de la doblez una moral.Entre el personaje real y el que la gente se quiere creer hay tal diferencia que el resultado es un producto genuino; él es él y su doblez. No miente, sencillamente olvida decir la verdad. No tiene ningún apego al dinero, le basta con el que le tiene su entorno. Le importa un comino la familia, pero con tal de estar tranquilo en su propia casa acepta todos los trágalas que se le presentan. No es un hombre corrupto; sencillamente, no pregunta ni de dónde salió el Lamborghini de su retoño ni por los éxitos empresariales de la floristería de su señora...".
Mola, ¿verdad? Pues se escribió antes de que el estadista confesara que lleva toda la vida ocultando dinero en paraísos fiscales; en concreto, quince años antes.
Lo escribió Gregorio Morán para su columna semanal de La Vanguardia el 9 de octubre de 1999, pero nunca se publicó. El periódico barcelonés decidió censurar el artículo.
No era ni mucho menos la primera vez (ni sería la última) que Morán atizaba a Pujol en su clásica columna de los sábados ("La paz pujoliana es una metástasis en el cuerpo social de Cataluña. Bastaría con decir que el poder absoluto tiene la facultad de corromper absolutamente", escribió en 1995),  pero sí fue la única vez que La Vanguardia sacó la tijera para proteger al president. Morán cree que se debió a la cercanía de las elecciones catalanas, que Pujol ganaría de milagro a Pasqual Maragall ocho días después de la frustrada publicación del artículo. Morán lo explica en el prólogo de La decadencia de Cataluña (Debate, 2013), recopilación de sus ácidas columnas sobre el oasis catalán publicadas en La Vanguardia.
El autor recupera en este libro el artículo censurado; entre otras cosas, porque en su momento no se enteró casi nadie del atropello: "Este ejercicio de censura no provocó ni la más mínima reacción del gremio periodístico, incluida la ínclita Asociación de Periodistas de Cataluña. Sólo un semanario undergroundEl Triangle, lo reprodujo ante el silencio más absoluto de medios y colegas. Sólo Manolo Vázquez Montalbán hizo una mención en su columna de El País", explica Morán. Cataluña prefería entonces mirar hacia otro lado... y España también:Aznar gobernaba entonces gracias al apoyo de Pujol (que antes había sostenido también a un achicharrado Felipe González).
El artículo sobre Pujol no fue el único censurado a Morán: en 1992, el rotativo catalán levantó un texto crítico con Israel a instancias de "la cúpula de la Comunidad Israelí -mejor sería decir sionista- de Cataluña", que amenazó con "denunciar en The New York Times que La Vanguardia era un diario antisemita", rememora Morán. Como ven ustedes, hay cosas que nunca cambian.
La Vanguardia censuró dos artículos de Morán: uno sobre Pujol y otro sobre Israel
No obstante, tras hacer balance de su cuarto de siglo de colaboraciones en La Vanguardia, donde sigue escribiendo, Morán  concluye que no tiene motivos para quejarse. "A pesar de este oasis de pega y las argucias del President-Padrino yo he gozado de una libertad que con toda sinceridad y sin que me duelan prendas jamás hubiera logrado en diarios postineros de la capital de España, supuestos intelectuales colectivos y taimados censores y manipuladores de la opinión".
En efecto, Morán no estaba dispuesto a salir de Málaga (La Vanguardia) para meterse en Malagón (la prensa madrileña). Vázquez Montalbán dijo una vez a Morán que "era la coartada de izquierda en un periódico de derecha". A lo que Morán respondió con su habitual dosis de vitriolo: "Yo siempre le respondía que lo suyo era aún peor, porque no era la coartada de izquierda en un supuesto periódico de izquierda [El País], y que además debía aceptar orientaciones e incluso firmar cartas que garantizaban la probidad de sus jefes, cosa que a mí no me había ocurrido nunca".
Resumiendo: por donde pasa Morán, no crece la hierba. Estaría bien que la prensa madrileña se animara a ficharlo, para animar un poco el cotarro, a ver qué tal se asumían por estos lares comentarios como el que escribió en La Vanguardia en 1995:
"Los imbéciles titulados suelen decir que el nacionalismo catalán es una reacción frente al nacionalismo español. Siempre tuve para mí que el nacionalismo catalán ha de ser algo más consistente que eso, porque el nacionalismo español ha sido simplemente la expresión edulcorada del fascismo". En dos palabras: haciendo amigos.